Saber reconocer cuando uno se equivoca, cuando el otro tenía la razón es una acción que muy pocos hacen dentro de las organizaciones, sin embargo, es esa actitud la que generalmente ayuda a estrechar la confianza con el compañero, en pocas palabras, lo que construye a un líder.
Muchas veces se piensa que decir “me equivoqué” le quita puntos a una persona, lo hace más débil, la realidad es la opuesta, asumir la responsabilidad de una falla genera respeto y admiración de los demás, humaniza al que lo hace y lo acerca a sus compañeros.
Hay algo innegable, todos fallamos y fallaremos, los seres humanos no somos perfectos, el problema no es fallar, el problema es no aprender y evolucionar de dichas fallas, la única manera de hacerlo, al menos en un primer paso, es reconocer el error.
Después es muy importante no cometer el mismo error dos veces, pero ese ya es un segundo paso, el primero es no creerse infalible, ser lo suficientemente humilde para no meterse en el ego propio y así poder obtener conocimiento de los colegas.
En conclusión, las líderes reconocen sus fallas y crecen a través de estas, para evolucionar es necesario reconocer que no somos perfectos.
