A menudo, las organizaciones y los empleados crean prejuicios en torno a su contraparte, por ello es importante tener en cuenta que la primera impresión suele ser vital para un correcto desenvolvimiento de la relación empresa/empleado.
En el caso del empleado, es vital tener una imagen formal desde el primer contacto con la empresa, tanto en la forma de expresarse como en la imagen y en la forma de vestir.
El estilo y la individualidad de cada persona es respetable, sin embargo, no se deben romper los parámetros de profesionalismo.
Lo recomendable es no utilizar colores demasiado llamativos, a menos que el carácter de la empresa sea informal, utilizar los colores neutros y lisos suele ser la mejor opción.
Tener cierto recato también es importante, sin embargo, no se debe caer en exageraciones, es bueno llamar la atención, sin embargo, hay que hacer por la actitud proactiva, por la forma de ser, por el liderazgo y no necesariamente por la forma de vestir.
Es mejor ser demasiado formal al principio y mientras pase el tiempo poder mediar esa formalidad dependiendo de los códigos de cada institución, difícilmente alguien que se pase de formal será mal juzgado.
En resumen, la primera impresión es importante, esta idea es válida en todos los aspectos de la imagen, incluyendo la vestimenta.
